Puntapié Inicial

Estuve a punto de empezar este blog mil veces. Primero iba a ser estrictamente periodístico. Ninguneado en los medios, era una buena manera de despuntar el vicio, de vomitar algunas reflexiones sobre la realidad que nos toca vivir. Y estuve a punto de lanzar mi verba transformada en palabra escrita con la famosa crisis entre el Gobierno y el Campo. Había tanto para decir… y estaba todo tan dicho, que el blog nunca arrancó. Pero les juro que estuve a un pasito nomás.

¿Qué pasó ahora para que finalmente arrancara? ¿Estoy impactado por las “ganas” de Obama de conocer a Cristina? ¿O necesito entender la metamorfosis del Peronismo, varias veces más conmovedora que la de Kafka? ¿Es el Ogro Fabbiani el nuevo ídolo de River? ¿Riquelme tiene que estar en la Selección o es un pecho frío?

No son los grandes temas nacionales los que me urgen. Señoras y señores, una mina me acaba de pegar una memorable patada en el culo dejándome en un estado que la ciencia tranquilamente podría denominar “sensibilidad extremis”. Acá estoy, recién caído de mi propio pedestal, con la montura de mi caballo negro de sombrero, mirando para todos lados, tratando de encontrar el rumbo.

Resulta paradójico, como los peores sentimientos de una persona, pueden ayudar a derribar un muro prolijamente construído a lo largo de los años, ideado como defensa para los ataques del desamor y la desilusión. Esos ejércitos jamás me volverían a vencer, no bailarían más un malambo new wave sobre mi frágil humanidad. Así fue como me convertí en un tipo fuerte, que todo lo podía. Eso hasta que un viento proveniente del sur azotó mi fortaleza y dejó al descubierto las miserias que se escondían tras esas paredes.

Ahora los ladrillos caen a mí alrededor sin solución de continuidad, en cámara lenta, como si se tratase de un diabólico Lego de ensueño. Sin embargo, me mantengo de pie, desnudo y desprotegido, pero digno. A lo lejos, comienzo a divisar una figura difusa que se aproxima.

¿Será que la vida me ha dejado calibrado para el amor de verdad?

1 comentarios:

Lorena Isabel dijo...

Muy bueno! te estaré observando.
Besos

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¿Sos un Correveidile?

Según el diccionario de la Real Academia Española consultado gracias a los santos evangelios de Google, el Correveidile es una persona que lleva y trae cuentos y chismes. La palabra surge de la frase "corre, ve y dile".


Muchas veces ninguneados y acusados injustamente de alcahuetes, han sido fundamentales para ponerle un poco de pimienta a nuestras vidas.


En definitiva, el Correveidile no es más que un mensajero interesado en que se sepa lo que pasa. Ese es mi compromiso con ustedes, manga de buchones!!! Espero no defraudarlos.

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